jueves, 27 de octubre de 2011

AULLIDO


En el inicio de los tiempos, la luna y el sol al no poder estar juntos sobre el mismo firmamento, pidieron un favor. Pidieron que cada vez que el lobo aúlle, cuente  al cielo con eterna nostalgia, la historia de los dos. Cuente, que ella reflejará  eternamente sobre su rostro,  su cálido brillo y él, a través de los horizontes, en el crepúsculo opaco, dibujará  los más hermosos paisajes, para que cuando ella comience a iluminar las tinieblas, lo vea y jamás lo olvide.


miércoles, 20 de octubre de 2010

ATÚN


Mi alegría la enfrasqué en una lata oxidada de atún; donde apesta mi vida y no el pescado.


Una lata negra y no cromada, una lata que solo lleva mi desnudes y tristeza por etiqueta.

Un frasco donde la fecha de fabricación es mi primera muerte y, la fecha de caducidad mi posible nacimiento.

El contenido no es pescado, es dolor, rencor y violencia.

misael
Cuenca, 16 de octubre del 2010-10-16

martes, 24 de agosto de 2010

AMOR SUCO




Te miro y navego en tu mente, tratando de mirar los colores de tus ojos. Veo el verde gato de tus pupilas, el blanco leche de tu rostro y las pecas color papa en tu piel. Escucho ese acento campesino que matizas con sensualidad.


Pienso como pedirte lo que no se pide, pero no se me ocurren más que unas pocas palabras, paso del como al donde, quizá en algún pasto de tus dominios donde el frío del cerro nos acompañe, donde nuestros besos puedan correr y nuestros cuerpos puedan jugar, a lo mejor en tu hogar de adobe. El donde es lo de menos, el con quien es lo que importa.

Tu figura comienza a dibujarse en la oscuridad de mis ojos, tus senos desconocidos por mis manos pero si admirados por mi ego, se imprimen en mi recuerdo. Tu cintura moldea y disimula tus escasas caderas, y tus botas, cafés y de cuero, acompañan al color de tu cabello, contrastándolo con el liso de tus manos.

Tengo tu imagen, el lugar y más las gana, pero no la realidad, porque mis palabras en tus oídos, vuelan como un buitre que carcome tu inocencia. Tengo poco pero quiero más, quiero tu carnosa espalda, pero no tu esquelético amor.

lunes, 2 de agosto de 2010

IMAGINANDOTE.




Me poso en tus neuronas  
 y acerco mi cuerpo moreno
a la niebla de tus pechos.

Voraz como una fiera,
lanzó mi primer zarpazo de caricias
marcando tú cabello con mi voluntad.

Muerdo tus labios en mis sueños,
trato de sangrar tus deseos
y de no pecar con mis manos,
cuando deseo no solo frotar tu espalda.

Tú mirada detiene mi comida,
tus pupilas preguntan por mi amor,
pero aun sin respuesta;
tus ojos se cierran tras mis espejos,
dándome un lugar en tu alma
para amar y vivir.

Arrastro tu vientre
hasta el alcance de mis ganas
procurando que baile
al son de mis sonidos.

Tus uñas apuñalan mis costillas
y buscan un recreo de sentidos,
provocando la intensidad
de mis instinto de vampiro,
al arrancarte la piel
plagada de temores.

Detengo a mis labios
por la insistencia
del silenció de los tuyos,
al sentir un susurro
de cansancio y dolor.

Es entonces el comienzo
del trotar de tus versos
sobre el desierto de mi piel,
firme, sensual, pecaminosamente.

Pirámides construyes
de ósculos en mi figura,
comenzando en lo alto
con un te amo,
y terminando en el infinito
con un te quiero.
Tallas y bendices mi espalda
con un millón de mordidas,
 “moreteando” mis esqueléticas colinas.

En mis brazos
escasos de voluntad,
levantas
cordilleras de montañas,
frotando tu luz
con mi oscuridad,
erizando
el forraje de mi alma.
Mi olfato vuelve a ver
tu azulado aroma,
semejándose al olor
de la tierra cuando llueve,
dándome un paisaje
de dos blancas montañas.

Trato de no unir mi boca
al contraste de tu piel,
pero es tan inevitable
como el respirar.

Siento tu ternura
con el apogeo del día,
siento tu dulzura
con ese pausado parpadeo,
pero más siento,
el gozar de tus caderas.

El vaivén de tu cabello
y de algunos pares más,
provocados por mi forma
de hacerte
ver al sol sin cerrar los ojos;
presionan mi cuerpo, mente y alma,
para terminar de pintar
tú figura sobre mi pecho.

Finalmente después de tanto volar
en más de cuatro direcciones,
después de tener el sabor de tu piel,
después de tatuarme tu calor y color.

Tu cuerpo desciende y caes
como ave herida por el clímax,
deteniéndote un suspiro
que grita y anhela
una próxima vez.






misael