En el inicio de los tiempos, la luna y el sol al no poder estar juntos sobre el mismo firmamento, pidieron un favor. Pidieron que cada vez que el lobo aúlle, cuente al cielo con eterna nostalgia, la historia de los dos. Cuente, que ella reflejará eternamente sobre su rostro, su cálido brillo y él, a través de los horizontes, en el crepúsculo opaco, dibujará los más hermosos paisajes, para que cuando ella comience a iluminar las tinieblas, lo vea y jamás lo olvide.